sábado, 12 de enero de 2008

POR QUÉ ME CARGA IR AL CINE Y PREFIERO VER CABLE

Actualmente, cuando uno va al cine, suele encontrarse con dos situaciones:

1. Cines de cadena (a lo Hoyts o Cinemark) donde todo está muy limpio y ordenado, pero siempre te toca una suerte de primate al lado que mastica las malditas palomitas de maíz la película entera, la pareja de pololos que se ríen y murmuran como idiotas la película entera o las amigas que no se entiende por qué no fueron a tomar algo, mejor, porque lo que quieren es conversar entre ellas. Aparte que el 80% de las películas en exhibición son para menores de 12 años (o edad mental equivalente) y bueno, uno ya tuvo doce años.
2. Cine de la onda cine arte donde la cartelera mejora, pero los asientos son duros como tablas, hace mucho frío o mucho calor y el audio es pésimo, así que si la película es en español mejor arrendarla en DVD para ponerle los subtítulos. Eso sin considerar que de repente en el público hay gente que realmente da miedo, como ese típico viejo solo super abrigado y serio que te mira con cara de odio cuando entras y seguro que es asesino en serie, o por ahí.

Y como no tengo ninguna obsesión por ver siempre el último estreno, mejor quedarse en la casa, donde uno está cómodo, sin idiotas parlanchines y sin tener que pagar demás. Ahora, que en el cable a veces no hay NADA que ver también es cierto, pero bueno, nada es perfecto. Además, si uno se aburre ni siquiera hay que irse, porque uno ya está en su casa.

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