Están dando Fuga (Larraín, 2006) en el cable y qué puedo decir: me alegro de no haber pagado una entrada al cine para verla.
En realidad, Carcavilla (que la destruyó en La Nación) tiene razón; Fuga es bastante simple. Un niño bien se consiguió un montón de plata e hizo una película. Y habría que agregar que es absolutamente amateur, mal contada y mal pegada, con todos los clichés de los video clips y las series gringas de los noventa. En consecuencia, le salió como un engendro de los Archivos X, los videos de Gun's Roses (especialmente el de November Rain) y En la Cama con Madonna. Solo le faltó la chica guapa con vestido vaporoso corriendo por unos pasillos a oscuras, nomás. Larraín, me parece, ha visto demasiada tele, y todavía no es capaz de salir de ella.
Una lástima, porque como también dice Carcavilla, reclutó excelentes actores como Alfredo Castro, José Soza y Paulina Urrutia, y los desperdició penosamente... de Benjamín Vicuña y Pauls no me pronuncio, porque aparte de ser muy lindos, nunca les he visto mucho la gracia en lo dramático. A lo mejor la tienen, quién sabe.
En uno de esos blogs por ahí, hay gente que defiende la película diciendo que lo importante es hacer las cosas, que igual tiene bonita fotografía, que hay que valorar el esfuerzo y apoyarla de todas maneras. Perdón, pero es una película, para la cual se gastó dinero, tiempo y energías, y cobran una entrada (o un arriendo de DVD, o la cuenta del cable) para verla, no una obra de caridad. Y si uno va a hacer algo, hay que hacerlo bien, porque en este mundo la plata no sobra, y menos todavía para el arte, y menos aún para hacer cine en Chile.
martes, 12 de febrero de 2008
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