Sí, yo sé que debería estar haciendo algo útil con mi vida, pero qué le voy a hacer, me gusta tanto el cine. Ahora, a pesar de todos mis pelambres sobre el cine gringo que inunda el cable (pueden ver las otras entradas, si quieren) reconozco que en más de una oportunidad me he cambiado de las películas españolas a las de los United States, o las inglesas, o las francesas porque las españolas simplemente no las puedo seguir viendo.
¿Por qué? En primer lugar, el habla. Se supone que no tienen subtítulos porque están en castellano, pero mentira: deberían tenerlos. Es una lata tener que subir el volumen para tratar de entender esos susurros ceceantes, especialmente de las mujeres, donde uno está en lo mejor siguiendo un diálogo, y el protagonista pregunta: "pero, mujer, por qué me has dejado, qué coño pasa", y ella contesta "lo que pasa es que jhebejvbevñevjeñ, y también niaenvienvjfdnvejlmc, y el asesino es nevenvjevfvjkvfñ". Aburre a cualquiera.
En segundo lugar, el estilo Almodóvar. Hay ocasiones en que me he preguntado si en España estará prohibido por alguna ley hacer una película donde al menos un protagonista NO sea gay, o drogadicto, o prostituta(o), donde las mujeres NO estén peleadas con su madre loca o alguien NO viva en un departamento con sillones rojos, techos color mostaza y alfombra fucsia rabioso. No me malentiendan, no es qué esté en alguna cruzada moralista ni quiera sólo interiores a lo siglo XIX, pero vale, es un poco cansador, ¿no? Si los gringos sólo pueden hacer finales felices (lo que también cansa y aburre) parece que los españoles sólo tienen permitido contar historias de gente su poco marginal, con aros de dos kilos cada uno y que lidia en Barcelona con el SIDA y/o la policía y los inmigrantes. Anda por ahi con el cine chileno, que durante años parece que se prohibió a sí mismo hacer una película, si la película no remitía de alguna manera a la Dictadura.
Por último... bueno, no hay por último. Con las dos anteriores basta y sobra. Por supuesto que no todas las películas españolas son así, obviamente, que hay gloriosas excepciones, e incluso es cierto que a mí me han gustado las de Almodóvar, a veces, pero los patrones predecibles cansan.
domingo, 16 de septiembre de 2007
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