domingo, 23 de septiembre de 2007

Los canales que no veo

Hay que partir reconociendo que son muchos. Primero, todos los de dibujos animados. Por motivos obvios: salí afortunadamente de la infancia hace mucho tiempo y no hay niños por aquí.

Segundo, los de cocina y decoración. Allí los motivos son acaso más complejos. Podría resumir diciendo que tampoco me gusta cocinar, por ejemplo, pero hay un montón de gente que de chef no tiene nada e igual los ve. Lo mismo con la decoración: mi casa es un desastre y lo seguirá siendo, y entonces para qué, pero tengo una amiga cuya casa anda hasta peor que la mía, y le encantan. ¿Entonces? Pasemos a revisar.

Tal vez es que me dan envidia, nomás. ¿quién demonios tiene esas cocinas perfectas, con más utensilios que una sala de operaciones? ¿quién tiene tiempo para comprar toda esa cantidad de tan diversos ingredientes, y de picarlos, sofreírlos, espolvorearlos y hornearlos con tanta dedicación? ¿dónde se supone que voy a conseguir la plata para comprar todos esos barnices, muebles, pinturas, maderas y tapices tailandeses para redecorar mi casa?

Además, también me dan un poco de susto. En la vida he conocido gente que sí, se la lleva cocinando y pintando y arreglando los muebles, pero NUNCA he visto a alguien tan contento y feliz de la vida mientras pica millones de verduras, barniza las ventanas y empapela las murallas. Haciendo todas esas cosas se suda mucho, se quema uno los dedos, se los machuca con el martillo y se arruina la ropa. A los anfitriones y trabajadores de estos programas, jamás. Se matan de la risa haciendo cinco platos distintos, transformando una casa completa, acarreando tarros y brochas. Son como de otro planeta, o de otra especie humana, que prefiere matarse aserruchando y pelando y friendo que comiendo y rascándose la panza. Y están felices.

Además, nunca se les quema nada, nunca les queda el papel de la muralla chueco ni la pintura salpicada, y eso me da mucha rabia. Porque es mentira. Cualquiera que alguna vez en su vida haya hecho alguna forma de 'manualidades', sabe que ahí las leyes de Murphy se cumplen todas, una por una: si un clavo se puede doblar, se dobla, si el aceite se puede quemar, se quema, y si uno necesita justo ese tornillos de 2.5 pulgadas y ningún otro, ése es justo el que se acabó en todas las ferreterías.

O tal vez es una cosa como del tercer mundo, nomás, o de Chile. A ver donde encuentra uno tofu listo para cortar y preparar en Pichilemu, o cerámicas con exclusivos diseños mexicanos en Copiapó. O a lo peor es que yo no sé ni de que estoy hablando, que también puede ser.

Se esperan comentarios. Ojalá de los que lo intentan, que merecen todo mi respeto.

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