Hoy dieron en el cable Proof (HBO), en estreno de día domingo. La ví con entusiasmo. Pero...
Ok, yo sé que Gwyneth Palthrow es buena actriz, y Hopkins para qué hablar, y el impronunciable Gyllenhaal es encantador y Hope Davis es una de esas grandes actrices que nunca han sido lo suficientemente famosas. En Proof (2005, dirigida por John Madden) todos muestran lo bien que actuan, lo guapos que son y lo inteligentes que pueden parecer. Y bueno, vale la pena que de vez en cuando alguien haga una película que NO sea sobre asesinos en serie, abogados o médicos. Ahora les tocó a los matemáticos. Todos lo son, o casi.
Ahora, qué les puedo decir. La película recibió buenas críticas pero tampoco volvió locas a las audiencias, ni a la intelectuales ni a las masivas. Y viéndola, uno entiende por qué. Es una historia bastante negra, en realidad: un matemático brillante pero loco (Hopkins) acaba de morirse, su hija (Palthrow) también es brillante pero teme estar tan o más loca que su papá, tiene una hermana mayor (Hope Davis) que es una bruja controladora que en realidad lo único que quiere es vender la casa donde vivían los dos loquitos e internar a la hermana, y más encima aparece este guapo y simpático matemático joven (Gyllenhaal) que aparentemente se quiere robar el trabajo que dejó el viejo seduciendo a la hija, para brillar por su cuenta. Pero, lamentablemente, la película es una película gringa.
¿Qué quiere decir eso? Que al final --a pesar del oscuro contexto-- todo sale bien: la hermana bruja en realidad no es mala persona, los dos chicos (Palthrow y Gillenhaal) se enamoran y se sonríen en adoración, todas las lágrimas terminan enjugadas bajo cielos soleados. Hasta el padre (Hopkins) que se supone que llevaba como veinte años loco, paseándose en pantuflas y escribiendo cualquier cosa en cuadernos de colegial, era un tipo muy agradable y bastante simpático, a fin de cuentas. Y como si eso no fuera suficiente, además se resuelve un complicadísmo problema matemático, lo que en esta película sería más o menos el equivalente a descubrir petróleo en el patio, ganarse la lotería o que alguien te regale los receta original de la Coca Cola y todos sus derechos de comercialización.
Así que, en conclusión, Proof podría haber sido una gran película sobre los horrores del genio, lo terrible de vidas dañadas por las enfermedades mentales y los laberintos de la creatividad, pero de una manera bien rara, termina siendo cualquier película sobre chico-conoce-a-chica, familia-tiene-problemas-y-los-resuelve, y no-te-preocupes-todo-tiene-arreglo. Lo único que le faltó fue que al final descubriéramos que Hopkins ni siquiera se había muerto, sino que andaba de parranda y que que vuelve triunfalmente completamente cuerdo y con una novia guapa. Todo concluyendo con una parrillada (bueno: barbecue, en un patio con césped y niños corriendo) donde el conjunto de los protagonistas sonríe dulcemente, lanzan algunas bromas y la cámara se aleja con una música rockera pero nunca tanto. No llegó a esos extremos, pero anduvo cerca. Demasiado cerca, para mi gusto.
Pero como dicen justamente los gringos, well, that's just me.
domingo, 16 de septiembre de 2007
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